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APROXIMACIÓN CRÍTICA A LA OBRA DE ROMAN.

La siguiente es una crítica sucinta de la exposición realizada en el Museo Provincial (de Bellas Artes de Salta), al modo de una visita guiada, con el desplazamiento de los espectadores asistentes, y frente a la obra. 

 

1.942. Retrato de sus padres. Dibujos rigurosos, precisos, hechos a pluma o grafito, minuciosos en su objetividad. El tratamiento en unos, similares a grabados, como buriles que rasgan la superficie,  determinan zonas de sombras por tramados paralelos y cruzados, al modo de las obras de juventud de Leonardo, en sus paisajes en Florencia. Llama también la atención el seguro oficio, cuando apenas cuenta con dieciséis años.

“Retrato de mi madre” Lápiz grafito, 1942.

“Retrato de mi padre” Lápiz grafito, 1944 .

1.945. “El Juez de Paz”. Muestra una digna figura de tres cuartos de perfil. Alarde de planos blancos del ropaje, para destacar aquellas zonas muy precisadas; el rostro, las manos. Acá el rostro denota un modelado de carnaciones, de luces y medias tintas, y manos nudosas, dignas, del hombre de trabajo, “el que administra el trabajo del juzgar bien”.

 

“El Juez de Paz”  Lápiz grafito , 1945.

“Famatina (La mujer del páramo)” Lápiz grafito, 1947.

“Humahuaca” Lápiz grafito, 1947.

1.955. Hacia sus treinta años. La rigurosidad del trazo inicial, se transforma en “Composición”. Acá ya son formas facetadas, de blancos y grises precisos, en planos rebatidos. Los elementos volumétricos (animales, changuito, árbol, casa, serranías) se reducen a formas esencializadas. Predominan en la composición un tectonismo riguroso, aunque ciertas curvas en las figuras de las vacas (que no aparecen en el paisaje cúbico, anguloso), les otorgan cierto carácter orgánico.

 “Composición” Lápiz grafito, 1955.

“La Loma” Oleo, 1975.

1.958. Nace Gabriel Aníbal. Se suceden retratos de su hijito, en óleos y lápiz-grafito, en 1960, ’62, ’65 y ’68. También acá la precisión de dibujo ha desaparecido. Hay un tratamiento diluido de los contornos. Las formas se hacen joyantes, ricas en color.

Gabriel en su autito o tocando la bandurria, con sus juguetes predilectos. El espacio refulge, como taraceas de mayólicas. Casi como formas icónicas, bizantinas, aunque en términos contemporáneos, y en una relación intimista, familiar, tierna.

“Retrato de Gabriel Aníbal” Lápiz grafito, 1963.

“Retrato de mi hijo Gabriel Aníbal” Lápiz grafito, 1965.

“Gabriel con bandurria española” Oleo, 1962.

1.965. “Mercado”. Vuelve al sentido riguroso, vigoroso, al tectonismo acusado, en formas verticales y horizontales contrapuestas en ortogonales. Grises en color, rojos, verdes acidulados, lilas y magentas.

La sensación inicial, el momento captado en un instante del día, no ha desaparecido. La estructura, resuelta con un carácter inteligible, vigoroso, está compensada por el carácter sensible, sensorial del color.

Es en 1965 cuando Román y yo nos conocimos e iniciamos esta grata amistad.

"Mercado" Oleo, 1965.

1.969. “La Salamanca”. Román había hecho un dibujo apaisado en la página central del diario “El Tribuno”. Me llamó mucho la atención, y le comenté que hasta lo veía resuelto en color. Poco después, me dijo: “No lo eché en saco roto, Memoli, he iniciado una Serie de Salamancas…”. En este óleo de 1969, la forma deshecha, el color muy rico, es a la vez de deliberadas disonancias. Absoluta unidad de forma y contenido. La leyenda popular, la creencia transmitida oralmente, lo mítico, lo casi pagano, se transforma acá en elemento surreal, aquello que supera toda realidad cotidiana. Originalmente unida al mito de la madre naturaleza, de la diosa innominada de los cretenses, o, en nosotros, a la Pachamama, aunque con algo de terrorífico.

"La Salamanca" Oleo, 1969.

1.969, ’70,’79. “Los cieguitos”, “Ciego baterista”, “Niñas ciegas”. Expresiones manifiesto. Escala propia, figuras con su propio espacio. Formas muy intensas, dramáticas, contenidas. A veces el color es intenso, es como ve el espectador a los ciegos; en otro es deshecho, desleído, el color introspectivo que imagina el ciego en su mundo sin luz. 

“El ciego F.A.” Lápiz grafito, 1962.

“Los cieguitos” Buril, 1963.

“El ciego baterista” Tinta, 1969.

"Niñas ciegas" oleo 1979.

1.972. “Mural Siglo XX”. La versión lúcida de un hombre que casi completa este siglo, hecho de luces excelsas y de sombras tenebrosas. Excelsitud y vejación unidas.

 

Viene a mi memoria Le Corbusier. En “Sólo el conocimiento es transmisible”, escrito un mes antes de su muerte, señaló: “Al fin de cuentas, el debate se expresa así: el hombre solo, frente a sí mismo, lucha de Jacob y del Ángel en el interior de un hombre. No hay más que un solo juez, su propia conciencia, es decir, usted mismo. Pequeño o grande pero pudiendo ir (pequeño o grande) de lo asqueroso a lo sublime. Esto depende de cada uno, desde el comienzo. Se puede elegir el lado digno, para sí, para su conciencia, pero se puede también elegir la otra posibilidad: el interés, el dinero.”Todo esto se refleja en este Mural, con un color sólido, que tiene algo de la experiencia de la Salamanca, con un color sólido, que tiene algo de la experiencia de la Salamanca. Disonancias intensas, con fríos secos fragmentados. Imágenes muy lúcidas. 

 

“Paisaje” y “El tanque”. Formas muy verticalizadas, carácter pastoso, pincel cargado de pigmento. En formas y colores, enriquece las experiencias de 1.972, ’73,’75 y ’78. Aunque está presente, de modo inicial, en “La usina” de 1.959, inclusive en el modelado pastoso de “Fabián” de 1.972.

“Paisaje” Oleo, 1974.

“La usina” Oleo, 1959.

Las formas de 1.975, retoman la experiencia de “Las lavanderas” (Tengo una témpera espatulada de este período). Formas seccionadas, precisas. Grises en color sumados a fríos azulinos. Y la dignidad de esas mujeres, que hacen la labor diaria, cotidiana, del hogar, tarea que se deshace al llegar la noche, y que no se valora, como el tejido que teje y desteje Penélope, esperando el regreso de su marido Ulises.

“Villa Soledad” (Lavanderas) Oleo, 1975.

Retomando el tema en 1978, en grises plenos, ahora en los “Aledaños de Cachi”. Los módulos estrictos van circunscribiendo las figuras. Tiene la envergadura del mural “América”. Acá inicia algo de lo que retomará en 1.983. Carácter muy subjetivo en el tratamiento de la escala; como un mosaico en distintos tamaños. 

"Maternidad" Oleo, 1978.

1.983. “Los Fabián”. El carácter épico, monumental, de las figuras que pueblan los Valles Calchaquíes, se manifiestan acá como símbolos, despojados de todo carácter accidental. Son formas facetadas, cubizantes. Caracteres sobrios, resueltos como auténticos esmaltes.

“Homenaje a Miguel Fabián” Oleo, 1978.

“Los Fabián” Oleo,1983.

1.982-’83. Las figuras dignas de los vallistos se transforman en “prototipos”, casi con esa aproximación a los campesinos que hizo Bertolucci en su “Novecento”. A esta le llamo yo la Época de Oro en la obra de Román, que ya se empieza a percibir en sus pinturas de 1.980, el momento vivido en Italia, España, y en la maternidad de Fulvia y el nacimiento de su hija Florencia Emanuela.

“Pequeño alfarero” Oleo , 1979.

“Perugia”- Italia - 1980 Boceto a lápiz, 1980.

Perugia - Italia - Invierno 1980” Oleo, 1980.

“Perugia - Italia - Invierno 1980” Oleo, 1980.

“Gubbio - Italia - Invierno 1980”  Oleo, 1980.

“Coiano" Oleo, 1980.

1.981 “Fulvia“. Figura entera de perfil. Fondo gris en color, figura en matices de negros. Imagen de serenidad, “la dulce espera tejiendo” la llamaría yo. Sentido de síntesis, donde se quiere destacar la delicadeza luminosa del rostro y las manos.

”Fulvia y su bebito/a” Oleo, 1980.

1982- ’83. “Florencia Emanuela”. Ternura. Imagen comunicativa. Formas joyantes, con calidad de esmaltes. La niña sentada, con su bandurria, la niña con sus juguetes. Las formas, algo desleídas, parecen irradiar luz. Ternura del ambiente del hogar.

“Retrato de Emanuela” Oleo, 1982.

“Mi hija Emanuela” Oleo, 1983.

“Mi hija Florencia Emanuela” Oleo, 1985.

1985. “Tilcara”. Absoluto carácter de síntesis en este paisaje jujeño. Fondos casi con el grano de la tela. Formas pastosas, donde los elementos están más bien sugeridos, que precisados. Síntesis total de la experiencia y del oficio de años, como en la última Piedad Rondanini, de Miguel Ángel.

“Paisaje de Tilcara” Oleo, 1985.

Las obras de los años 1.989 – 1.990 señalan el cierre del círculo: el volver al dibujo. Pero con un bagaje de cincuenta años de trabajo proficuo. Son todas tintas, de grandes dimensiones. Ha eludido el color para concretar la expresión. 

“Retablo Salteño”, “El nacimiento”, “La Ultima Cena”, “La Caída”, “Cristo en la Cruz”, “La Piedad”, “La Ascensión”, son algunos de los títulos de esta serie final. El Cuerpo de Cristo, como Cena Eucarística, los Apóstoles, la gente humilde de los Valles, de modo similar a esos humildes pescadores iluminados por la Palabra; la Piedad sin rencor de la Madre, en una conmovedora pregunta: “¿Por qué?”; la Resurrección, el hombre que se eleva sobre sí mismo, desde su propia destrucción. Sobre todo, el Dios Nuevo, no el italiano, el alemán o el español, sino el Dios Universal, también el de esta América Latina, para distintas etnias. Todo resuelto sin anécdotas fáciles, sin folclorismos superfluos, sin pintoresquismos vacíos de significación. Por el contrario, imágenes comunicativas, metáforas visibles, símbolos expresables en auténticas imágenes populares. Sentido profundo de su religiosidad, en Román, como lo fue en un amigo suyo, y nuestro, desaparecido físicamente en 1.987, pero siempre vivo en la memoria de quienes tanto lo quisimos y admiramos; el Padre Honorato Pistoia, un auténtico cristiano de este siglo XX que finaliza.

 

Retablo salteño” Tinta, 1989.

“El nacimiento” Tinta, 1989.

 “La última cena” Tinta, 1989.

“Cristo en la cruz” Tinta, 1989.

“La piedad” Tinta, 1990.

“La caída” Tinta, 1989.

“La ascensión” Tinta, 1989.

CARLOS FRANCISCO MEMOLI.

Crítico de arte. 

Profesor titular de Historia del Arte en la Escuela Superior de Bellas Artes “Tomás Cabrera” de la Provincia de Salta.

Profesor Asociado de Historia del Arte Americano y Argentino, Jefe de Departamento, Secretario Académico y Director de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. 

Profesor titular de Historia de la Arquitectura III en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Mendoza. Falleció en Mendoza en 1998.  

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